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Abstract

Nest-area fidelity is common among many birds including those in the orders Anseriformes, Ciconiiformes, and Procellariiformes. Successful nesting attempts are often associated with a higher probability that nesting adults will return in a consecutive year. Conversely, unsuccessful birds are often less likely to show fidelity in subsequent years. Despite substantial natural history information from across the range of Greater Sage-Grouse (Centrocercus urophasianus), the prevalence of sage-grouse nest-area fidelity remains unclear. Our objectives were to (1) determine if individual female sage-grouse showed fidelity to nesting areas in subsequent years, (2) test whether successful females were more likely to demonstrate fidelity than unsuccessful females, and (3) examine the distance between nest sites and active leks in Strawberry Valley, Utah. We observed 30 radio-marked females that attempted a nest in consecutive nesting seasons between 1998 and 2010. The mean distance between initial year’s nests and subsequent year’s nests (mean = 1459 m, SE = 84.9 m) was lower (P < 0.01) than the mean distance from initial year’s nests to random nests (mean = 13,263 m, SE = 227.5 m) indicating that sage-grouse demonstrated nest-area fidelity. We found no support (P > 0.05) for the hypothesis that successful females (n = 17, mean = 1355 m, SE = 142.6 m) were more likely to nest closer to the previous nest location than unsuccessful females (n = 13, mean = 1595 m, SE = 214.9 m) in our study area. Mean distance from all nests (n = 181) to nearest active lek was 4.3 km. We found only 57% of our nests located within the 3.2-km distance from an active lek often used to delineate critical nesting habitat. We suggest a more conservative distance of 10 km for our study area and consideration of nest-area fidelity in conservation planning.


La fidelidad al área del nido es común entre muchas aves, incluyendo aquellas en los órdenes Anseriformes, Ciconiiformes y Procellariiformes. Los intentos exitosos de anidación están generalmente relacionados con una mayor probabilidad de que los adultos anidadores regresen en un año consecutivo. Por el contrario, las aves que fracasan tienen por lo general menos posibilidades de mostrar fidelidad en los años subsiguientes. A pesar de la información sustancial sobre su historia natural a lo largo de su rango de distribución, la prevalencia de la fidelidad al área del nido aún es poco clara en el caso del urogallo mayor (Centrocercus urophasianus). Nuestros objetivos fueron 1) determinar si el urogallo hembra muestra fidelidad a las áreas del nido en años subsiguientes, 2) examinar si las hembras exitosas tienen más posibilidades de mostrar fidelidad que las hembras que fracasan, y 3) examinar la distancia entre los sitios de anidación y los leks activos en Strawberry Valley, Utah. Observamos 30 hembras marcadas a través de radio que procuraban un nido en temporadas de anidación consecutivas entre 1998 y 2010. La distancia promedio entre los nidos del año inicial y los del año subsiguiente (x– = 1,459 m; EE = 84.9 m) fue menor (P < 0.01) que la distancia promedio de nidos del año inicial hacia nidos aleatorios (x– = 13,263 m; EE = 227.5 m) lo que indica que el urogallo mostró una fidelidad al área del nido. No encontramos respaldo (P > 0.05) para la hipótesis que indicaba que las hembras exitosas (n = 17; x– = 1,355 m; EE= 142.6 m) tienen más posibilidades de anidar más cerca de la ubicación previa del nido que las hembras que fracasan (n = 13; x– = 1,595 m; EE = 214.9 m) en nuestra área de estudio. La distancia promedio desde todos los nidos (n = 181) hasta el lek activo más cercano fue de 4.3 km. Encontramos sólo 57% de nuestros nidos ubicados a una distancia de 3.2 km desde un lek activo que generalmente se usa para delimitar el hábitat de anidación crítico. Sugerimos una distancia más conservadora de 10 km para nuestra área de estudio y la consideración de la fidelidad al área del nido para planificar la conservación.

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