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Abstract

We analyzed the effects of a second-entry prescribed fire in a mixed conifer forest in Grand Canyon National Park, Arizona, 14 years after the initial burn to assess whether restoration and management objectives were achieved. The surface fire had little effect on large overstory ponderosa pine, Douglas-fir, and white fir trees and did not change total tree density or basal area. The fire reduced the overall density of conifer seedlings 87%, but had a smaller effect on seedlings >30 cm tall and on sapling density. The fire reduced litter depths by 33%, duff depths by 23%, fine woody debris by 21%, and coarse woody debris by 44%. These effects were mostly consistent with restoration goals in mixed conifer forests and continue to move this forest toward reference conditions. Grand Canyon National Park staff now considers this forest to be in “maintenance burning,” meaning that they plan to allow natural ignitions to maintain forest structure in the future. This forest is now more resilient to projected increases in fire size and/or frequency under conditions of a warming climate. This example illustrates that use of prescribed fire in a ponderosa pine–dominated mixed conifer forest can be consistent both with restoring historical conditions and with managing for resilience under altered disturbance regimes accompanying a changing climate.


Analizamos los efectos de una quema prescrita que se realizó por segunda vez 14 años después de la quema inicial en un bosque templado de coníferas en el Parque Nacional del Gran Cañón en Arizona, para evaluar si las metas de restauración y manejo se lograron. El incendio en la superficie casi no afectó los pinos ponderosa de alto dosel, los abetos de Douglas ni los abetos del Colorado, y no cambió la densidad total de árboles o el área basal. El fuego redujo en un 87% la densidad total de las plántulas de coníferas dealtura, pero tuvo un impacto menor en las plántulas de >30 cm de altura y en la densidad de los árboles jóvenes. El fuego redujo en un 33% la profundidad de la hojarasca, en un 23% la profundidad de la capa de fermentación, en un 21% el detritus leñoso fino y el grueso en un 44%. Estos efectos fueron en su mayoría consistentes con las metas de restauración para los bosques mixtos de coníferas y continúan impulsando este bosque hacia sus condiciones de referencia. Ahora, el personal del Parque Nacional del Gran Cañón considera que este bosque está en “quemas de mantenimiento”, queriendo decir con esto que planean permitir incendios naturales para mantener la estructura forestal en el futuro. En este momento, este bosque se encuentra más fuerte para resistir los aumentos proyectados en la magnitud y frecuencia de los incendios derivados de condiciones climáticas que serán más calurosas. Este ejemplo ilustra que el uso de la quema prescrita en un bosque mixto de coníferas dominado por pinos ponderosa puede ser consistente tanto con la restauración de las condiciones históricas como con el manejo para la resistencia a regímenes de perturbaciones alteradas por el cambio climático.

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