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Abstract

The black-footed ferret (Mustela nigripes) recovery program is an example of single-species management to preserve flora and fauna. We argue that conservationists must move beyond that approach for success. In 1988, the U.S. Fish and Wildlife Service proposed a down-listing goal of 1500 adult black-footed ferrets in 10 wild populations by 2010. The recovery program has only reached 23% of that goal. The overriding reason is the lack of regulatory mechanisms for poisoning and shooting prairie dogs (Cynomys spp.) and our inability to control occurrence of plague (Yersinia pestis) in prairie dogs. We propose that prairie dogs need, and deserve, some level of federal protection to address these factors and that the primary goal for conservation of black-footed ferrets should be maintaining numbers and distributions of prairie dogs at sufficient temporal and geographic scales to restore them to a level of ecological function in the grasslands. We contend that prairie dogs qualify for protection in at least 4 of the 5 categories used to assess level of threat under the Endangered Species Act. A species needs to qualify in one of those categories to merit protection. The threat posed by plague should itself be sufficient reason to justify prairie dog protection, both for themselves and for the black-footed ferret recovery program.


El programa de recuperación de los hurones de patas negras es un ejemplo del manejo de una sola especie para la preservación de la flora y fauna. Argumentamos que los conservacionistas deben de hacer algo más allá de este enfoque para lograr el éxito. En 1988, U.S.el Servicio de Pesca y Vida Silvestre de los Estados Unidos (Fish and Wildlife Service) propuso una meta de 1500 hurones de patas negras adultos en 10 poblaciones silvestres para el 2010 para poder darle a esta especie una calificación de menor peligro de extinción. El programa de recuperación tan solo ha podido alcanzar el 23% de esa meta. La razón principal de esto es la falta de mecanismos regulatorios para el envenenamiento y la caza de perros llaneros, así como también nuestra falta de capacidad para controlar las plagas en los perros llaneros. Proponemos que los perros llaneros necesitan, y merecen, cierto nivel de protección federal para afrontar estos factores, y que la meta principal para lograr la conservación de los hurones de patas negras debe ser el mantener los números y la distribución de los perros llaneros en un nivel temporal y geográfico suficiente para restaurarlos a un nivel de función ecológica en las praderas. Afirmamos que los perros llaneros califican para la protección en al menos 4 de las 5 categorías que se utilizan para evaluar el nivel de amenaza. Una especie necesita calificar en sólo una de estas categorías para merecer protección. La plaga debería de ser razón suficiente para justificar la protección del perro llanero, tanto para ellos mismos como para el programa de recuperación de los hurones de patas negras.

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